Hoy he decidido partir sola. Cuando lo vi a lo lejos, me acerqué despacio. ¡Cuánto tiempo si acercarme a mi viejo velero! Los colores están algo carcomidos por el salitre y el sol. Su vieja madera asoma, pero eso lo hace más preciado.
He subido a cubierta, y todo está igual, sólo necesita un poco de limpieza antes de adentrarnos en alta mar. Han acudido a mí, de golpe, todos los fantasmas del recuerdo tirándome de la ropa para que les dedicara un pensamiento; pero aunque bajo mi chaleco, aun palpita mi corazón, mi cara no se ha atrevido a hacer ningún gesto. Ha quedado paralizada en su papel de frialdad. No voy a sucumbir al pasado cuando voy a atravesar el mar en soledad.
La brisa mueve mi pelo, y el horizonte está raso, despoblado de sueños. Hay firmeza en mi corazón para seguir adelante, y llevo las puertas abiertas del alma para dejar adentrarse las corrientes.
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