miércoles, 11 de febrero de 2009

Juana


Llegó caminando con la firmeza en el cuerpo de quien viene conociendo el dolor desde lejos y desde antes.
-No vienes a decir nada bueno- le dijo a Josefa la barraqueira cuando le abrió la puerta esa mañana
-Pues no- dijo ésta.
Y confirmó una vez más que sus sueños no eran de menospreciar.
-Yo sueño- nos dijo ella con la mano en alto y la voz orgullosa. Y sueño dijo, como quien dice siembro, amaso, pinto o construyo.
-Dicen que no somos nada. No es cierto. Somos, y mucho…yo por lo menos.
Lo de soñar no me viene de ahora. Debía de andar por los cuatro años cuando tuve el primer sueño que recuerdo. Mis padres trabajaban construyendo aparejos para los barcos, de aquella de algodón que había que hervir por horas en unas potas inmensas.
¡ Cómo se enredaban! Mi madriña!
Ahora los de nylon son mucho mejor de trabajar, menos buenos, pero mejores. Mis padres se iban a medianoche a encender los fuegos y mis hermanos y yo quedábamos solos. Una noche, yo vi como una ventana grande de la casa, abría lentamente sus hojas y las batía suavemente, como un aleteo, del otro lado entreví una luceciña suave y y tranquila, daba luz y daba paz, era como si allí alguien guardándonos mientras nuestros padres trabajaban. Y así era, porque jamás nos paso nada.
De otra, un primo (curmán-que palabra que me gusta!) que emigrara para América murió con misa paga por su mujer para ser rezada en el Campiño. En el pueblo nadie lo sabía, yo lo soñé, pregunté, pero nadie tenía conocimiento. Me dije, Juana, vete a misa aquí en la Pobra, pero yo sentía que no era igual, salía a buscar un taxi, porque de otra no llegaba hasta allá, cuando paso una de las Machacas de Vilagarcía, iba en su coche, de aquella, pocos había, y me dijo que tenía sitio. Me llevó, recé en la misa del Campiño, que era por mi primo, y yo sentí como su voz me daba las gracias y sonreía. Yo cumplí con él y él está en paz.
Yo sueño.
Lo malo es cuando sueño con naranjas. Si sueño con naranjas, sé que voy a llorar. Y mucho.
Mira, ahora en misa, estaba discurriendo con mis pensamientos, y vi que así era y así es.
Hace dos días, yo estaba soñando, estaba así, de lado, sentada en la cama, mirando por la ventana. A mis pies, todo el suelo cubierto de naranjas, brillantes, grandes.( Su mano nos ilustraba sobre la ubicación exacta de sus pies, sus naranjas , su escenario) Entonces a través de la ventana yo vi una luz verde, de un verde luminoso, en el medio tenía una luz más clara, mas verdiña, pero grande. Cuando el sueño tiene que ver con alguien cercano, la luz se acerca, otras veces se pone lejos de mi y es que tiene que ver solo con conocidos.
Pero ésta, estaba casi a mi lado. Ay mi madriña pensé, cuanto voy a llorar!
Por eso cuando Josefa vino a mi puerta, yo ya sabía que nada bueno me venía a decir.
Las luz brilló cerca porque era la luz de mi amiga.
Yo no temo a los sueños, cuando mi marido, hace ya cincuenta y un años, él vino a despedirse.
Mi marido era buscador de metales del río, recogía los trocitos de estaño, pequeñitos, no te creas, que los moros del Castro de Vitres habían dejado por ahí de sus trabajos de herrería.. Río abajo venían y él allí recogía.
Cuando murió, vino en mis sueños, traía un traje clariño, de aquellos que se compraban en Ceuta, venía sonriendo- y todos le vimos esa sonrisa humedecida por las lágrimas en el fondo de los ojos- venía caminando lento, se me acercó y me besó la mejilla. Luego se fue.
La lluvia caía fina por el camino del Couto, pero su voz seguía hilvanando historias, todos marchaban a refugiarse en sus casas, pero ella se refugiaba en palabras, encantada de un auditorio tan atento.
-¡Dicen que no somos nada! Claro que somos, y mucho…
La vemos gigante de vida en un cuerpo diminuto, entrar en su casa…ella de seguro, es mucho

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