jueves, 6 de agosto de 2009
LA TRANSFORMACIÓN...empezando de nuevo
Los hombres estan acostumbrados a no mostrar vuestros sentimientos, porque no pueden mostrar el miedo, la ira, la tristeza, la ansiedad, porque los hace débiles.
Es el miedo de los hombres a verse abrumados por sus emociones. Pero al evitarlas
por lo mismo tienen más probabilidades que las mujeres de verse engullidos por estas emociones porque temen perder el control. Por eso a veces se cierran en banda, porque tienen miedo a perder el control.
Esto se evita enseñando que la emoción no es debilidad.
Existen razones evolutivas en todo ello, la sociedad de los cazadores, es decir, la arquitectura del cerebro del hombre y mujer son diferentes, no sólo genéticamente sino porque en un momento de la evolución humana se tornaron las cosas y se adaptaron a ese entorno en sus condiciones que obligaban al hombre a separarse de su familia y a hacer la caza o la guerra.
Existe el miedo de ser vulnerables, de ser débiles, que explican algunas actitudes y reacciones del pasado.
“Yo no era un hombre era un canibal”: dice el actor Mikel Rourke que acaba de estrenar su película El luchador.
El tema de cómo cambiamos, por qué y qué nos impide cambiar, es uno de los temas que a mí más me apasionan.
Y este tema de la transformación en la vida, realmente es bonito ver que la transformación no se da nunca solamente en el terreno mental. La transformación es muy difícil, la transformación de la persona, porque involucra cuerpo, mente y emociones, involucra muchas cosas.
Decía él: “Pensaba que los sentimientos y la tolerancia me hacían débiles”. Cuando ciertamente es todo lo contrario, cuando hay empatía es cuando uno se siente fuerte y cuando puede dar amor y de alguna manera ser piadoso.
Pero aquí somos víctimas todos de muchos siglos de pensamiento cartesiano. El pensamiento cartesiano que divide con su “pienso, luego existo”, divide la mente del cuerpo, de las emociones y los divide de una forma rígida, eso ha permeado todo tipo de ámbitos en nuestras vidas.
Y luego también en nuestra medicina, que es fantástica para algunas cosas pero ahora sabemos que se había tenido insuficientemente en cuenta la interacción entre las emociones, el cuerpo y la mente.
Y ahora empezamos a darnos cuenta de que no podemos tratar sólo el cuerpo al margen de todo lo demás.
Fíjate en la educación donde solamente hemos hablado del cociente intelectual de las personas y ahora empezamos a hablar del cociente emocional. Y en la vida diaria las emociones eran como algo que podíamos reprimir y que nos hacían débiles.
Tú sabes que hay una razón evolutiva por la cual las emociones muchos hombres temen que les hacen débiles y es simplemente que los hombres evolutivamente eran los que cazaban, los cazadores y tenían que abandonar a sus mujeres en los poblados y marcharse y enfrentarse a la muerte. Y ahí las emociones eran un problema realmente, el sentir pena por abandonar a tu mujer y a tus hijos, era algo con lo que no podían cargar y entonces realmente los sentimientos le sobraban.
Y es muy interesante y apasionante ver cómo los hombres están recorriendo este camino de las emociones muy deprisa en términos evolutivos.
Y además da una oportunidad a la esperanza. El ha resurgido de sus cenizas como el ave fenix. Y nos muestra que si uno está bien asesorado, que si uno tiene ganas de salir adelante puede salir de ese problema.
Que la transformación es posible.
El cómo surgió, el que él tuvo que tocar fondo y eso es lo que muy a menudo nos pasa a los humanos de cara a la transformación.
Es decir, generalmente nos atrincheramos en esas certezas y en lo que conocemos porque es más seguro.
Fuera de la manada puede acechar la muerte. Fuera de las costumbres que desconocemos puede acechar el peligro y tendemos a encontrar muy difícil el cambio.
¿Cuándo cambiamos? Cuando ya las cosas nos van tan mal, tan mal, o cuando estamos frente a un gran trauma, que realmente bueno pues ya no tenemos nada que perder.
Y así y todo, hay muchas personas que llegadas al fondo del pozo no logran dar esta patada y salir arriba.
Con lo cual es bonito ver cuando él dice: “Yo soy por primera vez un hombre que entiende el significado de la autoridad, de la confianza, del respeto, de la lealtad y del perdón”. Y habla mucho del perdón.
Es impresionante el poder del ser humano para influir y para ayudar a los demás.
Alguien puede tenderte una mano cuando estás realmente en lo peor de tu vida, o en un momento muy difícil. Y ayudarte a salir adelante. O puede machacarte que es lo que hacen los psicópatas.
Hay que ser conscientes del poder que tenemos sobre los demás y que los demás tienen sobre nosotros.
Muy a menudo una cosa pequeña, lo hemos visto en el tema de la “resiliencia”, es decir, de la capacidad de superar obstáculos, en que hemos visto que lo que desarrolla, lo que fomenta, lo que dispara la capacidad de los niños y los adultos de superar historias a veces traumáticas es o puede ser algo muy pequeño, puede ser una barra de pan (la noticia, por falta de empatía, el otro día de un mendigo que fue perseguido por quitarle una barra de pan a una tendera), o puede ser una sonrisa de un maestro, o una palabra. Y en cambio sabemos por los orfanatos que lo que realmente desmotiva y anula a las personas no es tanto la falta de condiciones materiales y de estímulos exteriores sino la falta de afecto humano.
Con lo cual, él dice que a él le salvó un perro, que estaba a punto de suicidarse y un perro dice que le miró de una manera que no sabe explicarlo pero que él dijo: “no puedo, no puedo suicidarme ahora”.
Este director de cine que creyó en él. Y el recuerdo de su hermano, que había confiado en él muchísimo.
Pues es bonito pensar que las personas podemos ayudarnos en ese sentido.
Fíjate que los afectos humanos cuestan muy poco y sin embargo llegamos a ser muy agarrados con nuestros afectos, con nuestra afectividad.
Y muy a menudo podemos salir a la calle y cambiar el día de una persona pasando a su lado y diciéndole algo amable o sonriéndole. Y eso es tan fácil, a veces me sorprende que no lo hagamos más a menudo.
El dice que tuvo una infancia dura y vergonzosa, creció dice: “con la convicción de que nadie me volvería a poner la mano encima, ni se atrevería a mirarme mal. Era un tipo duro, duro, profundamente infeliz y desgraciado”. Porque los duros son profundamente infelices y desgraciados.
La enorme importancia de la infancia, esos primeros seis o siete años de la infancia en los que aprendemos a querer a los demás. Es decir, del modo cómo nos quieren a nosotros en la infancia así nos vamos a comportar nosotros con los demás. Y sabemos que los niños que han sido maltratados suelen ser maltratadores. Ahí los adultos podemos hacer mucho con los hijos para parar esta espiral de violencia.
Él lo entendió desgraciadamente tarde pero nunca es tarde si la dicha es buena.
Vivimos encerrados en un mundo que es un poco pesado ¿verdad? Sentimos muy a menudo que estamos atrapados con estos los sentidos que tenemos que son muy limitados y con la vida diaria que se hace muy pesada y estos pequeños detalles de belleza que trae la música por ejemplo o en el caso de esta persona que le trae la mirada de un perro o que le trae el apoyo de alguien, pues esos pequeños momentos yo creo que son los que dan ánimo y fuerzas para seguir adelante.
Me he despertado escuchando a Shumann, gran pianista y su música tiene algo de un genio desesperado
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