lunes, 24 de agosto de 2009
Amiga...son cosas de la vida
Yo digo que en la vida se pueden cometer tres errores:
uno de ellos es no dar lo que tenemos, el otro es dar lo que no tenemos, si hay personas que se inventan un personaje y tratan de dar aquello que no les corresponde.
Y el tercer error es: no tomarse el tiempo necesario o tener la pereza de mirarse uno mismo lo suficiente para distinguir lo que sí tenemos de lo que no tenemos. Pero esto lo decía Góngora: “Yo que me afano y me desvelo para parecer que tengo de poeta la gracia que no quiso darme el cielo”.
Unos se empeñan en querer ser poetas cuando deberían ser pintores. Esto es un arte de encontrar también en la vida el propio camino.
¿Cómo se distingue entre estas dos cosas, es decir, entre dar lo que tienes, no tener miedo a la vida, y al mismo tiempo no querer dar lo que no puedes, es decir, no pretender lo que no eres?
¿Cómo podemos realmente saber qué es ego, que son estas vestimentas o qué es real?
-Bueno, Rilke lo decía también.
Decía: Cuando en las horas calladas de la noches te encuentras solo ante ti mismo, entonces es cuando te alcanza la verdad acerca de lo que es correcto para ti, acerca de lo que no es correcto para ti.
Pero para eso necesitas un cierto silencio, imagino. Que en una sociedad de distracción como ésta, es más difícil escuchar esa voz tan callada.
Yo creo que a pesar de que es una sociedad ruidosa en la que vivimos todos necesitamos encontrar espacios interiores para estar con nosotros mismos, y reconocer lo que nos mueve, lo que nos dirige, lo que nos conmueve, lo que nos orienta, lo que nos gusta, lo que no nos gusta, lo que sí estamos dotados, y lo que no.
Es cierto, hay personas que se inventan un yo ideal o un yo personal o un personaje ideal o tratan de copiar la vida de alguien pero tarde o temprano pagan un precio porque la vida devuelve a todas las personas a sí mismas.
A veces lo hace muy tarde cuando ellos ya son muy mayores y ya no quedan caminos ¿no?
Pero tarde o temprano la vida nos verifica, nos desnuda, nos confronta con nuestra verdad interior.
Y en la familia pasa un poco lo mismo, hay que reconocer su sitio. Lo que vemos en el alma familiar y en las constelaciones familiares es que los hijos, los posteriores siempre quieren, siempre aman y se implicaron en los asuntos familiares tratando de buscar soluciones pero justamente cuando no tienen posibilidad de tener éxito. Porque a un hijo, por ejempo, no le corresponde ser la pareja invisible de una madre o de un padre, le corresponde estar en su sitio.
Y en los sistemas familiares las personas están bien, profundamente bien, cuando uno claramente está en el lugar que le corresponde. Los hijos en el lugar de los hijos, los padres en el lugar de los padres. Y en la pareja cada uno en su lugar.
Y otras veces empezamos a excluir a algunas personas, es decir, con nuestra mente pequeña, con nuestro pequeño “yo” tratamos de gestionar los dolores y lo que nos molesta excluyendo a los demás. Pero esto no funciona, porque aquello excluido nos persigue con más fuerza. Y a veces por ejemplo encontramos personas que dijeron: No, yo excluyo a mi padre, porque abandonó a mi madre y luego cuando tienen 40 años abandonan a su mujer o tienen los mismos comportamientos de la persona excluida. Es decir, lo excluido no resuelve los problemas.
Estaba hablando de la necesidad de desnudar el inconsciente ¿no? Y de sacar a la luz lo que de verdad te habita, porque si no eres rehén de toda tu historia y rehén de estas emociones reprimidas.
Es verdad que use la persona la herramienta que use hay que hacer algo para sacar todo esto a la luz. Y para no excluir, no construir una vida basada sobre el odio y la exclusión.
Sino simplemente sobre el amor a los demás y el reconocimiento que cada uno hace lo que puede. A lo mejor son cosas que a ti te han dolido pero hay que reconocer que es lo que ellos han podido hacer.
No sabemos por ejemplo una emoción cómo el desprecio el impacto tremendo que puede causar en el ser humano, se le está echando de la cueva, se le está diciendo claramente que se debe enfrentar con la muerte.
Y a veces no somos conscientes del daño que somos capaces de causar y del poder de influencia que tenemos sobre los otros seres humanos.
Es el desprecio, lo contrario de la admiración.
Cuando no, cuando desprecias al otro es casi imposible que haya una buena convivencia. Es imposible que quieras seguir con esta persona.
¿El desprecio es sinónimo de no querer entender, de no querer valorar, de no querer compensar todo lo que hace esa persona?
Yo creo que es tirar la toalla el desprecio.
sábado, 22 de agosto de 2009
La razón o la pasión?
Lo dijo Hume y lo subraya Exotérico: "La razón ha der ser la esclava de nuestras pasiones". Pero ni la pasión -y mucho menos la razón- pueden insuflarse:somos esclavos de nuestro temperamento.
“Estamos programados para ser únicos”, es el último descubrimiento de hace dos años de los neurocientíficos, la cita está extraída de Eduardo Punset, lo que quiere decir que una gran parte de la razón es esclava, pero hay otra parte en que somos nosotros a través de la experiencia personal con que modulamos nuestra vida.
Básicamente no somos otra cosa que unas cuantas emociones básicas. La ansiedad nos permite estar alerta, pero el miedo nos paraliza, de estas emociones universales básicas, el amor, el odio, el asco, la rabia, hemos de entender que unas son más positivas que otras, aunque muchas veces unas no son sino la otra cara de las otras; en esto desde luego no nos diferenciamos tanto del resto de los mamíferos, incluso de la mosca de la fruta que tiene un sistema de aprendizaje parecido al de nosotros en los sueños, y es que soñando no interpretamos tanto, podemos ensayar y reaprender cosas que hemos oído durante el día.
Esa es la cuestión, si decidimos o no ser esclavos, tampoco todo se lo debemos única y exclusivamente a la genética, hay una parte de nosotros dice la neurología que depende de nuestra experiencia individual y que modulamos personalmente, y esa porción nos permite un grado de albedrío, no estamos programados solamente, sino que estaríamos programados “para ser únicos” o para ser nosotros mismos a partir de nuestra capacidad personal y nuestra experiencia creadora.
De esta forma la belleza es ausencia de dolor y es el mejor predictor de la salud, y obedece a un mejor metabolismo de la persona, y porque somos más bellos nos enamoramos de esa persona bella.
Podemos modular la experiencia y ésta nos permite tener un grado de libertad, pero lo que resulta en cambio es que podemos ser más infelices al ser más libres porque nos equivocamos más veces. Al equivocarnos y ser más infelices parece que la libertad y la inteligencia estuviesen reñidas o como si siguiese siendo la esclava de las pasiones pero no es así, podemos equivocarnos en un 50 %.
Somos de igual manera: mente, cuerpo y emociones, las tres cosas. El equilibrio de todas ellas es necesario.
La gente parece que tiene esa capacidad infinita de ser infeliz, pero no porque nos equivoquemos más veces o mintamos más veces, ya que el lenguaje no se expresa claramente, sino porque el mismo cerebro humano tiene la manía -tenemos los humanos la manía- con el lenguaje de no admitir disonancias, de no admitir el punto de vista de lo que vaya en contra de nuestras convicciones más profundas.
Con Hume se inaugura el pensamiento empírico, la corriente del naturalismo, donde el “debe ser” sigue o se deriva del “ser”, el “Is Ought passage”, y se crea la falacia naturalista, cuando se deriva el deber ser de todo ser. Pero a pesar de todo lo que representa de progreso para el pensamiento inductivo aquí, hay algo en este naturalismo que yo no puedo aceptar del todo. Y es la sospecha de que lo natural también resulta definido por un conjunto de valores morales previos inculcados en la naturaleza, en la tradición base de una sociedad antigua. Más bien lo natural también está envuelto en este proceso evaluativo de la vida que ha adoptado una serie de formas y valores, esto ya lo supieron ver las últimas filosofías analíticas del lenguaje de Searle y Frankena, al hablar de la falacia de la falacia naturalista.
Y si esto lo extrapolamos a las emociones naturales resulta que casi ninguna emoción es natural o está desatada de algún escrúpulo moral o religioso en su raíz, por lo que es el valor que le damos a ellas lo que nos permite crearlas y manifestarlas, nuevamente la razón sin imponerse por ello, juega sin embargo un papel decisivo sobre ellas. Por tanto, no obedecen a ellas mismas, sino a valores de interpretación. Esto ya lo entendió Epícteto cuando dijo: “Las cosas no nos hace daño sino la interpretación que hacemos de la cosas”
Por ejemplo una emoción cómo el desprecio, no sabemos el impacto tremendo que puede causar en el ser humano, se le está echando de la cueva, se le está diciendo claramente que se le arroja a la muerte.
Y a veces no somos conscientes del daño que somos capaces de causar y del poder de influencia que tenemos sobre los otros seres humanos. Así que seguimos educando a los niños sin decirles que si desprecian a otros niños le hacen un daño muy grande, cuando se podría evitar educando en estas emociones que son básicas, y sin embargo estos niños se siguen despreciando entre ellos. Es por ello necesario que actue la razón también, que gestione el sentido y la interpretación de las emociones. Se trata de una mínima regulación, de un componente extraempírico si se quiere o autorreflexivo, que nos sirve de guía.
Eduardo Punset dice:
El futuro, lo poco que hay de futuro lo fabricamos también en base al recuerdo.
Yo estoy encantado también de que 70 años después se siga hablando de las tumbas de la guerra civil.
Qué triste que a veces no sepamos enterrar el pasado o que siga ahí enterrado casi casi sin nombre, casi sin recuerdo.
Este es uno de los inconvenientes de funcionar sólo con el pasado. Pero por otro lado nos alerta de la importancia que tiene la memoria.
Hoy los neurólogos están llegando a la conclusión de que la capacidad creativa, de innovación de la gente, de una persona, depende báscamente de dos cosas: de la memoria porque todo arranca de allí y de la atención, de la capacidad que uno tenga para atender.
Y esto es fundamental.
Estamos consiguiendo que distintas arquitecturas cerebrales, hombre y mujer, por ejemplo, cuyas arquitecturas son distintas, gracias a la atención, al grado de atención que uno puede poner más que el otro, al final resulta que el coeficiente intelectual o el coeficiente de innovación o de creatividad puede ser idéntico.
Somos la última ola del inmenso océano cósmico, por que somos como somos, hace nada menos que 400 años hemos descubierto que ni el planeta ni nosotros mismos somos el centro del universo. O uno tiene su estructura emocional muy bien amueblada o se frustra absolutamente.
Hace 400 años Copérnico explicó muy sabiamente que la Tierra no será el centro del universo -debió de ser terrible-, de pronto la gente que se encontró que no tenía domicilio fijo, de que estaba montada en una roca que iba a 250 kms por segundo del espacio.
O sea que no éramos el centro de nada, ¿no? Estábamos en una especie de planeta, en una estrella mediana, de una galaxia mediana, en la parte exterior de la galaxia. Es tremendo descubrir de pronto que no tienes casa ¿no?, de que no eres el centro de nada.
Y bueno tanto ha costado aceptar esto que aún hoy hay muchísima gente que sigue creyendo que es el centro del mundo. Que dice: Yo, yo, yo.
Es la hora de escuchar y no de soltar el rollo. ¿Les hemos soltado nuestro rollo o hemos intentado saber qué les pasaba por dentro a esas personas con las que hablamos o nos dirigimos para poder saber cuáles son sus capacidades y sobre todo sus cualidades innatas que es de lo que se trata.
Muy pronto la conciencia de la gente se verá aplastada cuando tenga que aceptar que lo único con lo que vienes al mundo son las emociones básicas y universales y que no sólo hay que conocerlas sino intentar un poco gestionarlas.
No se preocupen tanto los políticos de lo que llaman ellos la educación en valores. Cualquier tipo de educación que hagan sobre valores será siempre sospechosa de valores de derecha o de valores de izquierda, sobre todo en países ideológicos como el nuestro.
Pero mucho antes que los valores, en el mismísimo nacimiento lo único que hay son las emociones básicas. Y nadie les ha enseñado a distinguir entre la ansiedad, que facilita el estar alerta delante de un exámen o un viaje, y el miedo, un miedo corrosivo que no deja crecer las uñas, interrumpe la menstruación de las mujeres y el crecimiento de los jóvenes.
Y nadie sabe, nadie sabe el impacto terrible que tiene el desprecio de una persona sobre otra persona. Porque en la historia de la evolución, en esa evolución de la que somos la última gota de la última marea o de la última ola del mar cósmico, en esta evolución al que despreciábamos lo echábamos de la cueva y era por tanto sinónimo de muerte, era la muerte segura.
Y sin embargo como no le decimos nada a los niños, cuando van creciendo siguen despreciándose unos a otros.
Una de las grandes cosas que hemos demostrado ahora mismo hace 2 años es que estamos programados para ser únicos. Es decir, estamos programados en el sentido de que nuestros genes definen el potencial de un desarrollo del cerebro por ejemplo pero cada experiencia individual deja una impronta, deja una huella indeleble en nuestro cerebro de manera que ya no somos solo el fruto de lo heredado, de la genética, sino también de lo modulado por una experiencia individual y en este sentido grandes neurólogos de ahora dicen: “Estamos programados, sí pero estamos programados para ser únicos”. Es decir, que el grado de libre albedrío, de libertad, parecía que es mayor de lo que habíamos pensado hasta ahora. Ahora bien, como somos más libres también nos equivocamos más.
O sea, en materia de gestionar emociones hay una gestión de procesos automatizados que los gestionamos como los reptiles, a nadie se le ocurre sudar en el polo norte, normalmente pasas frío. Y estos procesos automatizados funcionan muy bien. La digestión por ejemplo. En cambio cuando tengo que decidir yo a raíz de una experiencia individual, me caso o no me caso, tengo un 50 % de posibilidades de equivocarme.
Es por eso que la gente está más infeliz o es por eso que la gente genera esta capacidad infinita para hacerse infeliz, porque ahora es más libre y se puede equivocar más veces.
Yo le digo que no, no, no puede ser sólo eso. Yo creo que esto tiene mucho que ver con la manía que tiene el cerebro nuestro de no admitir disonancias, de no admitir el punto de vista que vaya en contra de lo que son nuestras convicciones profundas.
Cuando hablamos del origen del lenguaje estamos hablando también del origen del cerebro humano.
La inteligencia nace para manipular o para ayudar al vecino. Esperemos que sea para lo segundo.
La capacidad no sólo de discernir sino de comunicar, de verbalizar los sentimientos, los enfados, los momentos tristes son lo que nos diferencia, lo que marca la diferencia en nuestra vida.
Cuando mencionábamos antes la atención y la memoria como requisitos indispensables para sobrevivir, la tercera cosa es el lenguaje, que no habíamos mencionado, es el idioma.
Es el poder comunicar. Pero también es cierto que el lenguaje aparece mucho más tarde de lo que creíamos.
O sea lo que aparece primero es una especie de quejido, de ruido, a lo mejor teníamos algún instrumento parecido a las castañuelas, que podía crear un cierto ritmo.
Lo primero que existió fue una especie de consenso entre la manada de homínidos, del austrolopitecus o lo que fuera, se pusieron de acuerdo en 3 o 4 cosas y cuando ya las tenían -voy a ser cariñoso, o voy a vigilar que no nos invada nadie en la tribu- entonces hizo falta realmente sacralizarlas, teatralizarlas, escribirlas o decirlas ¿no?
Y fue cuando aparece el lenguaje. Y aparece muy tarde y básicamente para confundir al vecino, para que no se entere básicamente de lo que está pensando.
El lenguaje se dice sirve para entenderse, pero no es verdad. La gente lo que hace con el lenguaje es intentar confundir a los demás, el no decir claramente. Porque mentir es muy pesado, es muy engorroso, mentir conscientemente cuesta muchísimo, hay gente que hasta se pone colorada. Cuando se quiere mentir hay que mentir inconscientemente si no, es mejor no saberlo.
La belleza es el mejor predictor de salud. Ahora sabemos que la belleza es ausencia de dolor. Significa que el cuerpo y el nivel de fluctuaciones asimétricas que apunta su metabolismo funciona muy bien y entonces esto hacía que te enamorases de esa persona.
En el sistema de las emociones básicas universales, el amor, el odio, el asco, la rabia, en todo esto somos muy parecidos al resto de los mamíferos y hasta de la mosca de la fruta.
Ahora estamos aprendiendo que los sistemas de aprendizaje por la noche cuando se sueña son muy parecidos a los de la mosca de la fruta. Y gracias a ellos hemos aprendido que soñando no interpretamos tanto y no podemos interpretar el futuro, pero en cambio sí podemos ensayar, sí podemos reaprender cosas que hemos oído durante el día.
domingo, 9 de agosto de 2009
Es el sexo primordial o hemos hecho de el un símbolo triunfador?
Decía George Herbert, un poeta religioso inglés, el adulterio es justificable, el alma necesita pocas cosas, el cuerpo muchas. ¿Verdaderamente genitalizamos tanto nuestras reacciones y nuestros sentimientos?
Yo pienso que lo que pasa es que damos una importancia exagerada al sexo. Hemos hecho del sexo la bandera del amor romántico, como el semáforo visible.
Y realmente hay que pensar un poco: ¿por qué hemos hecho esto?
Yo creo que un poco una de las razones es porque vivimos en una sociedad muy apresurada, muy rápida y el sexo es un placer fácil ¿no?
Y la segunda razón es que es una forma de comunicación con la pareja muy potente ¿no?
Es un momento en el que depones las armas, no hay palabras hirientes, no hay actos desconsiderados y hay una comunicación ahí que puede darse que realmente ayuda mucho a la pareja.
Yo creo que en ese sentido hemos dado muchísima importancia al sexo. Pero realmente lo que ocurre es que a menudo el sexo falla y falla mucho más de lo que las personas creen reconocer.
Como hemos hecho del sexo este símbolo de casi de triunfador parece que las personas que no tienen esa faceta de su vida cubierta pues tienen algo como una tara. Y bueno siempre hay este miedo a hablar de las emociones con sinceridad.
Pero en el tema sexual yo creo que muchísimo pesa, sería importante que la gente reconociese que es lo que de verdad busca cuando busca el sexo.
Yo no sé si podemos diferenciar entre fidelidad sexual y fidelidad emocional, es decir, que tú quieres y eres leal, como decía García Márquez, a tu pareja en lo sentimental, en el alma, pero a partir de una sexualidad desinhibida quizás bueno te puedes permitir el lujo de dar carta blanca a tus instintos.
Claro yo creo que aquí se mezclan muchos elementos ¿no?
El amor, esta fusión con otra persona, creo que es lo que de verdad buscamos, eso no es tan fácil.
Y además que para existir amor las dos partes tienen que estar de acuerdo ¿no? Es decir, enamorarse de alguien quiere decir que aquel otro también tiene que estar pendiente de ti. Así pues que a veces no es tan sencillo.
jueves, 6 de agosto de 2009
LA TRANSFORMACIÓN...empezando de nuevo
Los hombres estan acostumbrados a no mostrar vuestros sentimientos, porque no pueden mostrar el miedo, la ira, la tristeza, la ansiedad, porque los hace débiles.
Es el miedo de los hombres a verse abrumados por sus emociones. Pero al evitarlas
por lo mismo tienen más probabilidades que las mujeres de verse engullidos por estas emociones porque temen perder el control. Por eso a veces se cierran en banda, porque tienen miedo a perder el control.
Esto se evita enseñando que la emoción no es debilidad.
Existen razones evolutivas en todo ello, la sociedad de los cazadores, es decir, la arquitectura del cerebro del hombre y mujer son diferentes, no sólo genéticamente sino porque en un momento de la evolución humana se tornaron las cosas y se adaptaron a ese entorno en sus condiciones que obligaban al hombre a separarse de su familia y a hacer la caza o la guerra.
Existe el miedo de ser vulnerables, de ser débiles, que explican algunas actitudes y reacciones del pasado.
“Yo no era un hombre era un canibal”: dice el actor Mikel Rourke que acaba de estrenar su película El luchador.
El tema de cómo cambiamos, por qué y qué nos impide cambiar, es uno de los temas que a mí más me apasionan.
Y este tema de la transformación en la vida, realmente es bonito ver que la transformación no se da nunca solamente en el terreno mental. La transformación es muy difícil, la transformación de la persona, porque involucra cuerpo, mente y emociones, involucra muchas cosas.
Decía él: “Pensaba que los sentimientos y la tolerancia me hacían débiles”. Cuando ciertamente es todo lo contrario, cuando hay empatía es cuando uno se siente fuerte y cuando puede dar amor y de alguna manera ser piadoso.
Pero aquí somos víctimas todos de muchos siglos de pensamiento cartesiano. El pensamiento cartesiano que divide con su “pienso, luego existo”, divide la mente del cuerpo, de las emociones y los divide de una forma rígida, eso ha permeado todo tipo de ámbitos en nuestras vidas.
Y luego también en nuestra medicina, que es fantástica para algunas cosas pero ahora sabemos que se había tenido insuficientemente en cuenta la interacción entre las emociones, el cuerpo y la mente.
Y ahora empezamos a darnos cuenta de que no podemos tratar sólo el cuerpo al margen de todo lo demás.
Fíjate en la educación donde solamente hemos hablado del cociente intelectual de las personas y ahora empezamos a hablar del cociente emocional. Y en la vida diaria las emociones eran como algo que podíamos reprimir y que nos hacían débiles.
Tú sabes que hay una razón evolutiva por la cual las emociones muchos hombres temen que les hacen débiles y es simplemente que los hombres evolutivamente eran los que cazaban, los cazadores y tenían que abandonar a sus mujeres en los poblados y marcharse y enfrentarse a la muerte. Y ahí las emociones eran un problema realmente, el sentir pena por abandonar a tu mujer y a tus hijos, era algo con lo que no podían cargar y entonces realmente los sentimientos le sobraban.
Y es muy interesante y apasionante ver cómo los hombres están recorriendo este camino de las emociones muy deprisa en términos evolutivos.
Y además da una oportunidad a la esperanza. El ha resurgido de sus cenizas como el ave fenix. Y nos muestra que si uno está bien asesorado, que si uno tiene ganas de salir adelante puede salir de ese problema.
Que la transformación es posible.
El cómo surgió, el que él tuvo que tocar fondo y eso es lo que muy a menudo nos pasa a los humanos de cara a la transformación.
Es decir, generalmente nos atrincheramos en esas certezas y en lo que conocemos porque es más seguro.
Fuera de la manada puede acechar la muerte. Fuera de las costumbres que desconocemos puede acechar el peligro y tendemos a encontrar muy difícil el cambio.
¿Cuándo cambiamos? Cuando ya las cosas nos van tan mal, tan mal, o cuando estamos frente a un gran trauma, que realmente bueno pues ya no tenemos nada que perder.
Y así y todo, hay muchas personas que llegadas al fondo del pozo no logran dar esta patada y salir arriba.
Con lo cual es bonito ver cuando él dice: “Yo soy por primera vez un hombre que entiende el significado de la autoridad, de la confianza, del respeto, de la lealtad y del perdón”. Y habla mucho del perdón.
Es impresionante el poder del ser humano para influir y para ayudar a los demás.
Alguien puede tenderte una mano cuando estás realmente en lo peor de tu vida, o en un momento muy difícil. Y ayudarte a salir adelante. O puede machacarte que es lo que hacen los psicópatas.
Hay que ser conscientes del poder que tenemos sobre los demás y que los demás tienen sobre nosotros.
Muy a menudo una cosa pequeña, lo hemos visto en el tema de la “resiliencia”, es decir, de la capacidad de superar obstáculos, en que hemos visto que lo que desarrolla, lo que fomenta, lo que dispara la capacidad de los niños y los adultos de superar historias a veces traumáticas es o puede ser algo muy pequeño, puede ser una barra de pan (la noticia, por falta de empatía, el otro día de un mendigo que fue perseguido por quitarle una barra de pan a una tendera), o puede ser una sonrisa de un maestro, o una palabra. Y en cambio sabemos por los orfanatos que lo que realmente desmotiva y anula a las personas no es tanto la falta de condiciones materiales y de estímulos exteriores sino la falta de afecto humano.
Con lo cual, él dice que a él le salvó un perro, que estaba a punto de suicidarse y un perro dice que le miró de una manera que no sabe explicarlo pero que él dijo: “no puedo, no puedo suicidarme ahora”.
Este director de cine que creyó en él. Y el recuerdo de su hermano, que había confiado en él muchísimo.
Pues es bonito pensar que las personas podemos ayudarnos en ese sentido.
Fíjate que los afectos humanos cuestan muy poco y sin embargo llegamos a ser muy agarrados con nuestros afectos, con nuestra afectividad.
Y muy a menudo podemos salir a la calle y cambiar el día de una persona pasando a su lado y diciéndole algo amable o sonriéndole. Y eso es tan fácil, a veces me sorprende que no lo hagamos más a menudo.
El dice que tuvo una infancia dura y vergonzosa, creció dice: “con la convicción de que nadie me volvería a poner la mano encima, ni se atrevería a mirarme mal. Era un tipo duro, duro, profundamente infeliz y desgraciado”. Porque los duros son profundamente infelices y desgraciados.
La enorme importancia de la infancia, esos primeros seis o siete años de la infancia en los que aprendemos a querer a los demás. Es decir, del modo cómo nos quieren a nosotros en la infancia así nos vamos a comportar nosotros con los demás. Y sabemos que los niños que han sido maltratados suelen ser maltratadores. Ahí los adultos podemos hacer mucho con los hijos para parar esta espiral de violencia.
Él lo entendió desgraciadamente tarde pero nunca es tarde si la dicha es buena.
Vivimos encerrados en un mundo que es un poco pesado ¿verdad? Sentimos muy a menudo que estamos atrapados con estos los sentidos que tenemos que son muy limitados y con la vida diaria que se hace muy pesada y estos pequeños detalles de belleza que trae la música por ejemplo o en el caso de esta persona que le trae la mirada de un perro o que le trae el apoyo de alguien, pues esos pequeños momentos yo creo que son los que dan ánimo y fuerzas para seguir adelante.
Me he despertado escuchando a Shumann, gran pianista y su música tiene algo de un genio desesperado
Ser Objetivos en el amor???
Nos pasa algo curioso en un sentido. Y es que cuando queremos a alguien -da igual que sean hijos, que sea pareja, ya te digo es lo mismo- hay una capacidad y una parte del cerebro que juzga socialmente a los demás y que decide si los demás son peligrosos, o si te puedes fíar de ellos.
Bueno pues esa capacidad de juzgar al otro, se desconecta literalmente cuando estamos enamorados o cuando queremos mucho a alguien. Es decir, no lo juzgamos muy objetivamente.
Pero ya te digo: creo que eso es una cosa buena hasta un punto.
Entonces cuando te aman, es muy bonito que tú te conviertas en la persona que tú lo haces siempre todo bien. Por lo menos lo que haces gusta mucho a la persona que tienes frente a ti.
Yo creo que cuando queremos a alguien lo que hacemos realmente -y tengo una prueba científica para esto- es realmente ver lo mejor de esta persona. Es decir, ¿por qué no somos objetivos cuando miramos a la persona que amamos? Bueno pues porque necesitamos que cuando nos quieren haya gente que se fije en lo mejor que tenemos y que lo saque un poco de quicio porque eso nos ayuda a ponerlo en acción, a realmente dar lo mejor de nosotros mismos y generalmente cuando la gente espera lo mejor de nosotros mismos, lo damos; cuando sucede lo típico por ejemplo el padre con sus hijos, el hijo con la pareja que te dicen: siempre llegas tarde, siempre haces esto mal ¿no? Al final resulta pues que dices bueno yo soy el que siempre llega tarde, el que lo hace todo mal ¿no? Y tiendes a responder de forma negativa cuando te dan esta imagen negativa de ti.
Y realmente ¿qué es lo que hace que amamos o no amamos a una persona? Bueno pues digamos que desde el punto de vista romántico, te voy a contar el lado romántico mío. Pero es esto nuestra capacidad de no ser tan objetivos, es una intuición especial que tenemos.
~
Bueno, a lo mejor no es tan romántico,también tiene su lado científico, ya te digo. Porque es bueno que nos miren bien. El otro día pensaba que lo que yo había visto en él era su paz, que era como un remanso de paz, en los momentos buenos, cuando él había estado más unido a nosotros, porque ahora no, ahora sin inclinarme a juzgarlo, no eso no, pero lo veo más objetivamente. Y el que fuera algo real, no una fantasía absurda o una imagen precisamente para que yo volviera a él pero después nada, no eso no. De eso ya también me he escarmentado un poco.
~
Se dice que el “yo” es una pequeña identidad personal con una estrecha conciencia moral y que ese “yo” es muy dado a juzgar.
Como digo nos pasamos creando un mundo de filias y fobias, de temores y de fervores, de amores y de odios.
Nuestro ego, nuestro carácter, aquel que creemos ser, es decir, en realidad nosotros no reaccionamos tal y como pensamos sino como creemos que somos.
Es que todos generamos identificaciones y sobre todo en la primera fase de la vida, en la primera mitad de la vida queremos llegar a lo alto de la montaña y plantar nuestra bandera y decir pues yo soy rico o yo soy un abogado importante. Yo soy padre de ocho hijos. Es decir, la vida nos va construyendo trajes, identificaciones, pero al mismo tiempo esto nos atrapa.
Esto quiere decir que en cierto modo vivimos tan atrapados en nosotros mismos que ya no crecemos. Y crecer no quiere decir ser más “yo”, sino quiere decir reconocerse lo que no es yo en el tú, en lo diferente, en lo opuesto, llegar a ser Nadie quiere decir que hay un momento en la vida en que algunas identificaciones, algunos trámites ya no le sirven más. Y uno los puede soltar y descubrir que hay un cierta desnudez, hay una alegría aún mayor y más especial.
El está descubriendo que todo está en uno, la redención, la culpa, la salida a nuestras culpas, a los errores, ¿no? Y que cuando aceptamos ese poder y dejamos de juzgar y de culpar a los demás de lo que nos ocurre, pues somos más ligeros, que esa es la libertad que podemos tener los humanos.
“Me siento más ligero”, dice él.
En realidad el amor es una extraña forma de intuición.El amor verdadero y recíproco -no la fantasía amorosa que nos “cuelga” de alguien- nos permite ver al otro sin juzgarlo, traspasando las barreras de la coraza del ego. Cuando miramos a alguien con amor vemos más allá de las interferencias de su ego
sylfide
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